jueves, 7 de septiembre de 2017

La alta sensibilidad en el trabajo: un activo, no una debilidad

La alta sensibilidad es un rasgo transversal, que alcanza a todo tipo de personas, las cuales a su vez pueden realizar trabajos muy diversos. Es verdad que, si consideramos solo el rasgo, la alta sensibilidad se desenvuelve mejor en ciertos tipos de trabajo. Por ejemplo, en las profesiones donde exista una gran presión y competitividad, será más difícil para alguien altamente sensible sentirse cómodo, capaz y de alguna manera, realizado.

Recuerdo cuando asistí a un encuentro sobre personas altamente sensibles y mundo laboral que la asociación MadridPAS organizó en Madrid. En aquella actividad de puesta en común, muchas de las personas asistentes confluimos en la misma idea: el cansancio del trabajo, la competitividad y no poder siempre trabajar cómo y dónde se quiere, eran los puntos que más mella nos hacían. Y algunos, apuntaron, que realmente el trabajo les gustaba… pero no el entorno ni las circunstancias. Y en todos los casos, nadie era valorado en su empresa por ser "altamente sensible": aún no era un activo. 

Jade Faugno es la vicepresidenta de una empresa de comunicación en Nueva York, desde la cual, como relaciones públicas, gestiona servicios financieros y grandes cuentas. Por su trabajo necesita tratar, por ejemplo, con muchos medios de prensa y a la vez, con clientes. Recientemente publicó un artículo en la revista Forbes (sí, la famosa revista de negocios que cada año publica la lista de personas más ricas del mundo) en el que, justamente, hablaba de la alta sensibilidad en términos positivos para el trabajo. 

Primero realiza una descripción del contexto habitual en muchos ámbitos de trabajo actuales: debes tener la piel gruesa para que no te afecten la falta de sintonía ni las malas respuestas. La propia Faugno, que se declara abiertamente PAS, aclara qué es la sensibilidad: no se trata de debilidad o irritabilidad, sino de ese rasgo innato que, por ejemplo, te capacita para detectar matices (en un estado normal, añadiríamos, es decir, sin sentirse agotadas ni sobreestimuladas). Es un proceso que ella, con el tiempo y la experiencia, ha sabido a poner en valor y utilizarlo adecuadamente.

Porque frente en un trabajo donde intervienen las personas, la alta sensibilidad emerge como un activo que se puede usar a favor. Al final, se trata de comunicar lo que una empresa, una marca, realiza, al gran público. Y para ello, captar lo que “suena mejor” y “sienta mejor” es clave para desarrollar mensajes llenos de significados, intuir lo que la otra persona necesita y desea permite detectar de forma ágil lo que puede resultar una ventaja profesionalmente.

Las personas altamente sensibles, cuenta, son capaces de captar el detalle, tienen una intuición emocional y un “sexto sentido” para anticiparse a las potenciales consecuencias de ciertas palabras y acciones. Además de nombrar a la psicóloga Elaine Aron, nombra a la también psicóloga Sherrie Campbell, la cual enunció que las PAS “somos esas personas que te gustaría que dirigieran tu negocio” (aquí, añadiría, que sin presión ni competitividad). 





¿Y qué puede aportar en concreto una PAS al mundo de las relaciones públicas? "Porque sus pensamientos, ideas y experiencias tienden a ser más ricos y más profundos", escribe Faugno, "las PAS pueden llegar a alcanzar una mejor comprensión de lo que mueve al ser humano para que se sienta lo suficientemente motivado a realizar algo." Y esto es importantísimo en toda gestión de la comunicación: es la chispa de las campañas, es el elemento clave de todo éxito en comunicación.

Además de esta capacidad, también lo está en la capacidad de “sentir” las necesidades. Tanto de los clientes como de los propios empleados. Intuir que quizás la forma en que se están presentando los resultados no es como le podría gustar más a un cliente y saber que añadiendo ciertos detalles, aumentará su satisfacción. Intuir que quizás alguien de tu equipo no está al 100% en el trabajo porque le está sucediendo algo y detectarlo a tiempo ayuda a saber darle una solución.

En el artículo de Forbes también apunta que la persona altamente sensible también necesita crecer personal y profesionalmente: necesitan aprender y aceptar la crítica constructiva sin quedarse atascados en la duda de su propia valía. Deben ser personas que hayan trabajado su autoestima y su autoconfianza y sepan enfocar esa alta sensibilidad para, también, encontrar maneras creativas de ajustarse y hacerlo mejor la próxima vez. Por mi parte, añadiría, personas que saben qué les puede sobreestimular y para ello cuentan con un entorno y circunstancia laboral que les facilita vivir en armonía con su rasgo. 

Es por ello, concluye la propia autora, en su equipo, se preocupa, por, además de la debida formación y experiencia, incluir siempre a alguien que, además, sea PAS. ¿Por qué? Porque, asevera, será esa persona la que posiblemente de la alerta cuando algunas ideas ya no funcionen y aún nadie se haya percatado. Será esa persona la que preste más atención en el trato a clientes y periodistas, entendiéndoles y ejerciendo su empatía con ellos. Será esa persona la que seguramente se anticipará a consecuencias no deseadas y examinarán sutilezas en el lenguaje. 

Me pregunto cuándo esa reflexión llegará a España y cuándo la podremos ver en una economía y un estilo de gestionar empresas como en España, donde la tradición se enfoca más en la “explotación” de recursos humanos y no tanto es su motivación e incorporación con todo su potencial humano y emocional. Ya se indica en el artículo: en el mundo laboral y el entorno de las agencias hay posibilidades para formas de ser muy diferentes: personas extrovertidas y con carácter que sepan llamar por teléfono y vender una idea en segundos, así como introvertidos que puedan producir ideas y textos brillantes. Y entre medias, participando de los dos, se necesita dar cabida y cultivar en el trabajo a personas altamente sensibles que consigan que el trabajo final sea más concienzudo, más matizado y más en resonancia con lo que el cliente necesita. 


El artículo completo lo podéis leer aquí “Sensitivity is an asset not a weakness in PR professionals”