sábado, 10 de enero de 2015

Viajes intensamente sensibles

De las características que tenemos las Personas Altamente Sensibles, una de ellas es que "sienten con mayor intensidad". Y en esto me vienen a la cabeza muchas pequeñas historias.

Este verano visité otra vez Lisboa, una ciudad que llevo casi diez años visitando con frecuencia. Me acompañó un amigo en su primer viaje a la capital portuguesa, y fue un viaje realmente simbiótico. Por mi parte, pude ejercer de anfitrión, mostrándole desde la Lisboa más monumental y turística a esos rincones poco transitados, a donde se enriquecen las vistas, esos cafés portugueses a los que solo saben llegar los que alguna vez se han perdido. A cambio, él me regaló sus ojos nuevos sobre una ciudad que para mí es ya "vieja conocida". Se emocionaba hasta llorar en algunos momentos ante tanta belleza y tanta saudade. Y me reconocí en esa primera emoción, cuando en mis primeros viajes me ponía a llorar paseando por la Rua Augusta hasta llegar a la Praça do Comércio, abrumado por aquella experiencia. Me llegaba a poner las gafas de sol para que nadie se diera cuenta de aquella emoción liberadora ... Él se disculpaba por emocionarse sin causa aparente, aunque yo reconocía todos los motivos flotaban en el aire: los tejados y el río, un rumor de melodías, el aroma tostado de los dulces, el silencio y la calma, los árboles, la inmensidad ... Me los conocía como viejos amigos que me saludaban, y aunque ya no me hacen llorar en los viajes a Lisboa, me siguen emocionando serenamente.

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